
Una A mayúscula envuelta en un círculo. Sencillo, simétrico, atractivo. Pero con un significado: anarquía
. Nacida "en los sótanos rebosantes de ideas extra y antiinstitucionales" del París de 1964, pintada a mano y ciclostilada, ha recorrido el mundo garabateada en octavillas, grafiteada en paredes, infiltrada en textos, tatuada en todas las partes del cuerpo, estampada en camisetas, colgada en galerías de arte y, por incongruente que parezca, convertida en marca comercial al servicio de la moda. El libro
Historia y resultados imprevistos de un símbolo (Editorial Virus), traza la evolución de este icono a través de imágenes y escritos de algunos de sus protagonistas, de escritores, diseñadores y simpatizantes del movimiento libertario.
Un símbolo que pretendía unificar las diversas corrientes anarquistas. El logo, que apareció en aquel año pintado apresuradamente en diversas calles de París y en el título de un artículo firmado por Ibáñez en el periódico Action Libertaire, no prosperó. No se extendió con fuerza hasta que, dos años más tarde, la Gioventú Libertaria de Milán empezó a ilustrar octavillas y carteles con el dibujo de sus compañeros parisinos, conscientemente como firma.
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