El próximo 5 de marzo se edita "Wrecking Ball" lo nuevo del "Boss" "We take Care of Our Own", su primer single de adelanto.
Le ha debido dar unas cuantas vueltas al asunto, porque Springsteen es mucho Springsteen,
un perfeccionista que se toma su tiempo en cada acorde. Pero con una
gira de por medio en primavera, su nuevo álbum tenía que estar en las
tiendas con suficiente antelación para que el pueblo springstiniano se lo fuera aprendiendo de pe a pa para «karaokearlo» en los conciertos.
El nuevo disco se publicará el 6 de marzo. Como anticipo, un suculento aperitivo: «We take care of our own». En la portada, Bruce y su vieja Fender bajo unas letras graffiteras.
Bruce nunca ha sido un político.
Pero desde muy pronto dejó claro que su carrera estaba profundamente
arraigada, echaba raíces profundas (profundísimas) en la vida de su
gente y los vastos territorios de la Unión. Cantó a la rebeldía y a la libertad
en «Born to run» (la América que pasó del caballo al Cadillac). Cantó a
las zonas oscuras pero también esperanzadas de su patria en «Darkness
of the Edge of town» (descenso a los infiernos, pero también viaje a la tierra de promisión). Se sumergió en la América abisal y desolada con «Nebraska». Cantó a los mecánicos y los obreros enamorados en «The river»; a los inmigrantes y los desheredados en el steinbeckiano «The ghost of Tom Joad», donde recogía en cada canción racimos de uvas de la ira.
Cantó al americano medio pringado en las trincheras de Afganistán e Irán en «Devils & Dust», a sus compatriotas mortalmente heridos y muertos en las Torres Gemelas en «The rising» (canto a la resurrección). Al sueño de Obama en «Working on a dream», y esta vez, en plena crisis, fiel al espíritu de John Fitzgerald Kennedy
(«no te preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer
tú por tu país») lanza el primer single de lo que será su nuevo álbum
con una canción cargada de futuro y buenos deseos, porque nadie debe
esperar de un rocker de Nueva Jersey (hijo de irlandés e italiana, gente que sabía bien lo que era la oficina del paro) que escriba un himno okupa, sino una canción patriótica
que, en estos tiempos de crisis, llama a los norteamericanos a proteger
sus valores, sus ideas, lo que les ha hecho grandes como nación.
Y
también lo hace dolorido, porque los «corazones generosos se han
convertido en piedra, y el camino de las buenas intenciones se ha secado
como una taba». Ése es Bruce, el que llama a rebato como hacia Tommy
Lee Jones en "El valle de Flah", con los ojos clavados en la bandera.
Bruce no olvida el Katrina (el Superdome, concretamente, el gran refugio durante el huracán), pide ayuda, pero advierte que el Séptimo de Caballería «se ha quedado en casa y nadie toca la corneta de a la carga». Entonces, y finalmente, Springsteen pide que allá donde ondee nuestra bandera (¿la crisis es como un nuevo Iwo Jima?) «todos nosotros debemos cuidar lo nuestro, defender lo nuestro, estar orgullosos de lo nuestro».
Puesto
el aperitivo, demos cuenta de las trece canciones del menú cuyos
títulos son: la ya citada «We take care of our own», «Easy money»,
«Shackled and drawn», «Death to my hometown», «This depression»,
«Wrecking well», «You’ve got it», «Rocky ground», «We are alive»,
«Swallowed up», y dos viejos clásicos recuperados y patrióticos "Land or hope and dreams"
(«sube a este tren donde los sueños no se verán frustrados, sube a este
tren donde la fe será recompensada, sube a este tren con sus ruedas de
acero cantando como campanas de libertad»), y "American land" («cariño, vamos a levantar nuestro hogar en la tierra americana»).
Según este primer single, Bruce no quiere que la tierra prometida se convierta en un paraíso perdido. Quiere que las barras y estrellas de los Padres Fundadores y las Trece Colonias siguen ondeando en los corazones.
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